Paraguay es una tierra de oportunidades y no es declamativo, desde los tiempos de la colonia esta bendita tierra guaraní fue fuente inagotable de recursos y fue permitiendo a sus habitantes desarrollarse, evolucionar, invertir, crecer.
Claro que como toda Latinoamérica, Paraguay no pudo escapar a un esquema de desarrollo desigual y algo caótico que organizó una sociedad con poca uniformidad en términos de riquezas, instrucción y oportunidad de desarrollo.
En el Paraguay moderno de a poco se han ido solucionando algunos temas, como la educación que ha incorporado personas a la alfabetización año tras año. Si bien no es el país con mayor alfabetización de Latino américa, si es el de mayor tasa de alfabetización de los últimos 40 años.
Solo para revisar algún guarismo, en el año 1.980 la tasa de alfabetización de la población adulta era del 78,46 % mientras que en el 2.020 llegó al 94,03 % siendo la tasa de alfabetización de la población más joven del 98 %.
De todos modos, no estamos libres de desigualdades y una de las más importantes es el déficit habitacional. Situación que entre todos debemos trabajar para resolver.
Nosotros estamos convencidos que la colaboración es la forma de transformar el mundo.
El desafío habitacional de Paraguay es tan grande que no basta con el esfuerzo individual. Requiere que todos los actores del sector comprendamos el rol que jugamos, nos despojemos de mezquindades y trabajemos por el desarrollo de Paraguay.
Como reza el dicho: “Una golondrina no hace verano”. Asunción y Gran Asunción tiene un promedio de desarrollo alto en casi todas sus zonas y eso puede ser algo muy positivo, pero si ese desarrollo carece de planificación genera un nuevo caos.
Nuestras ciudades tienen en cierta forma el caos como esencia. Solo basta con mirar estructuras que crecieron fuertemente de la mano de una o varias actividades, por ejemplo, el Mercado 4.
Estoy convencido que ese caos natural es una energía muy poderosa para canalizar si le sumamos planificación y orden vamos a obtener resultados superlativos como sociedad. Es, en parte, tarea de los desarrolladores urbanos canalizar esas energías altamente productivas.
Pienso que organizaciones públicas y privadas debemos trabajar en equipo por un nuevo Paraguay, que está siempre en formación y que siempre va a requerir del esfuerzo colectivo para alcanzar sus metas.
Es importante que trabajemos en la planificación urbana de los próximos 30 años y es tanto o más importante que sumemos a ésta planificación a actores de otros sectores que dinamizarán este proceso, por ejemplo, el sistema financiero, actor fundamental en el acercamiento de la vivienda propia al pueblo.
Como en la época de la colonia cuando nuestros próceres refundaron la tierra que habitamos, hoy estamos llamados a seguir refundando nuestro territorio.
Claro que como toda Latinoamérica, Paraguay no pudo escapar a un esquema de desarrollo desigual y algo caótico que organizó una sociedad con poca uniformidad en términos de riquezas, instrucción y oportunidad de desarrollo.
En el Paraguay moderno de a poco se han ido solucionando algunos temas, como la educación que ha incorporado personas a la alfabetización año tras año. Si bien no es el país con mayor alfabetización de Latino américa, si es el de mayor tasa de alfabetización de los últimos 40 años.
Solo para revisar algún guarismo, en el año 1.980 la tasa de alfabetización de la población adulta era del 78,46 % mientras que en el 2.020 llegó al 94,03 % siendo la tasa de alfabetización de la población más joven del 98 %.
De todos modos, no estamos libres de desigualdades y una de las más importantes es el déficit habitacional. Situación que entre todos debemos trabajar para resolver.
Nosotros estamos convencidos que la colaboración es la forma de transformar el mundo.
El desafío habitacional de Paraguay es tan grande que no basta con el esfuerzo individual. Requiere que todos los actores del sector comprendamos el rol que jugamos, nos despojemos de mezquindades y trabajemos por el desarrollo de Paraguay.
Como reza el dicho: “Una golondrina no hace verano”. Asunción y Gran Asunción tiene un promedio de desarrollo alto en casi todas sus zonas y eso puede ser algo muy positivo, pero si ese desarrollo carece de planificación genera un nuevo caos.
Nuestras ciudades tienen en cierta forma el caos como esencia. Solo basta con mirar estructuras que crecieron fuertemente de la mano de una o varias actividades, por ejemplo, el Mercado 4.
Estoy convencido que ese caos natural es una energía muy poderosa para canalizar si le sumamos planificación y orden vamos a obtener resultados superlativos como sociedad. Es, en parte, tarea de los desarrolladores urbanos canalizar esas energías altamente productivas.
Pienso que organizaciones públicas y privadas debemos trabajar en equipo por un nuevo Paraguay, que está siempre en formación y que siempre va a requerir del esfuerzo colectivo para alcanzar sus metas.
Es importante que trabajemos en la planificación urbana de los próximos 30 años y es tanto o más importante que sumemos a ésta planificación a actores de otros sectores que dinamizarán este proceso, por ejemplo, el sistema financiero, actor fundamental en el acercamiento de la vivienda propia al pueblo.
Como en la época de la colonia cuando nuestros próceres refundaron la tierra que habitamos, hoy estamos llamados a seguir refundando nuestro territorio.