Es momento de cambiar ese punto de vista y comenzar a pensar que aún siendo un pequeño ahorrista se pueden lograr grandes rendimientos de micro inversiones.
Podemos dividir a los inversores en 3 categorías:
Inversor Sofisticado:
Es una fracción menor de la población, menos del 3 % que forman parte de la clase alta del país. Estos inversores por lo general son dueños de empresas o altos directivos que poseen un esquema de análisis de inversiones complejo además de una alta cultura y comprensión de cómo hacer rendir los excedentes de dinero en diversas inversiones, bolsa, edificios, startups de empresas, etc. En la mente de este reducido número de personas existe una dinámica de uso de los activos diferentes al que normalmente poseen las clases trabajadoras. Comprenden que los activos deben aportar renta y de esa renta puede ser destinada a gastos. No nos detendremos en comprender la mente del inversor sofisticado ya que de eso hablan todos los analistas de inversiones.
Inversor Contenido:
Son la mayor parte de las personas de un país, es la poderosa clase media que normalmente trabaja dentro de las empresas o poseen una pyme y construyen el entramado de la sociedad más compleja.
Las personas comunes suelen auto convencerse de que no tienen posibilidades de obtener rentas excepcionales de sus ahorros, que no están en condiciones de realizar inversiones sofisticadas y este convencimiento frena toda posibilidad de mirar las cosas de otro modo. El principal problema es que no conocen el verdadero poder que tienen sus ingresos. En la nota nos concentraremos en los beneficios de planificar las finanzas en el largo plazo buscando la salud financiera.
No Inversor:
Este es un grupo de personas que solo obtienen ingresos para sus consumos de supervivencia, por ende son verdaderamente imposibilitados de realizar inversiones con sus capitales.
¿Cómo ser financieramente saludable?
Es importante saber diferenciar dentro de un presupuesto mensual, familiar, cuáles son gastos y cuáles son inversiones, en el sentido financiero de la palabra. Normalmente la inmensa mayoría de los asalariados poseen una lógica de consumo orientada al gasto y en ese proceso tienden a intoxicar el presupuesto mensual con gastos innecesarios. Por eso es importante establecer un claro límite entre las inversiones y los gastos. Para empezar es obvio que todo lo que se compre para los consumos básicos forman parte de los gastos y son ineludibles. Los gastos ineludibles entonces son los alimentos, la ropa, cuotas de colegios, seguros médicos y algunos gastos de movilidad. Como regla general los gastos de subsistencia son los de aquellos productos y servicios que se consumen en el mismo mes de la compra.
Una vez separados los gastos de subsistencia tenemos que diferenciar aquellos activos que podemos adquirir con el excedente de dinero que nos queda una vez comprados los insumos básicos. Es aquí donde la mayoría de las personas confunde inversión con gasto.
Aparece el fenómeno del Inversumidor, que justifica como inversiones gastos en activos que se deprecian.
¿Qué es un Inversumidor?
Se puede definir como un consumidor, pero con conciencia de inversor.
- Su consumo es alto en bienes de uso y servicios (TV, auto, espectáculos, viajes).
- Posee alta valoración de la vivienda y la educación. Sabe que constituyen pilares de la estructura socioeconómica familiar.
- Es inversor esporádico. Sistemas de inversión de corto plazo (Plazo Fijo, Fondos comunes de inversión, etc).
- Sus objetivos de inversión suelen estar atados al corto plazo.
- Tiene alta valoración de los activos reales reconociendo el carácter seguro de ese tipo de inversiones. Estos son por ejemplo las inversiones en ladrillo, departamentos, lotes, casas, etc.
- Suele considerar que no está en condiciones de realizar inversiones en departamentos, por ejemplo, por sentir que no cuenta con el capital necesario, consideran que eso es posible para gente de la clase alta.
Por eso recomendamos a cualquier persona de clase media con cierto poder de ahorro que debe organizar su propio programa de salud financiera.
¿Qué es la Salud Financiera?
La Salud Financiera es un proceso que se debe consolidar con el tiempo:
Por ejemplo un ahorro del 12% de los ingresos para un empleado promedio quizás sea poco el primer mes, pero después de un año ya se notará una estabilidad financiera importante, luego de 5 o 10 años el progreso será muy marcado.
Sí además este dinero se invierte en un sistema que capitalice el ahorro, por ejemplo un departamento en cuotas, los beneficios obtenidos son los de cualquier gran inversor o inversor sofisticado, solo que los logrará en el tiempo.
El Inversumidor es un gran inversor que debe incorporar el tiempo de ahorro en la ecuación de inversión.
Para ello, tiene que distinguir, entre otras cosas, su verdadera capacidad de ahorro, ya que esa es la base de su posibilidad de inversión en un activo que se revalorice e incluso pueda generarle una renta.
Seguramente entre sus gastos tenga compras en cuotas de productos que consideró en su momento una inversión, por ejemplo un auto nuevo. Todos sabemos que un auto es un activo que se deprecia y además genera gastos de mantenimiento, por lo tanto lejos de ser una inversión se trata de una desinversión en el presupuesto. No significa que no se pueda comprar un auto, simplemente se debe conocer qué tipo de inversión estamos realizando.
Muchos plantean los viajes como inversión. Eso desde el punto de vista financiero no es así. Un viaje es un gasto, que afectará disminuyendo la capacidad de ahorro en muchos casos antes de haber disfrutado del servicio. Por eso a la hora de evaluar viajes se debe analizar cómo afecta un programa de salud financiera de largo plazo.
Para pensar en un programa podemos hacer un paralelismo con el cuidado de la salud física. Y pensar en nuestro bolsillo en el futuro como debiéramos pensar en cuidar nuestra salud a los 30 para llegar bien a los 60.
Promediando los 35 años uno comienza a pensar en su salud futura.
- Si soy fumador, intento dejar de fumar o fumar menos.
- Si tengo una vida sedentaria intento incorporar una actividad física a la rutina.
- Hago controles anuales de salud.
- Intento reducir el estrés.
Objetivo: Obtener una mejor salud a los 60.
Promediando los 35 años sería bueno pensar en la salud financiera.
- Analizar mi capacidad de ahorro y pensar cuánto puedo destinar a ahorro real libre de consumos en activos que se deprecian como un auto o una nueva tele en cuotas.
- Pensar en un sistema para acumular el dinero en forma segura que preserve el poder de compra de dinero y garantice rentabilidad, los departamentos son una de las maneras más seguras de programar el largo plazo.
- Controlar anualmente el rendimiento de esa inversión.
- Una reserva de valor reduce el estrés.
Objetivo: Obtener una mejor salud a los 60.
En conclusión: Sí se logra programar en el largo plazo inversiones acumulativas de los ahorros, en 10 o 15 años habrá construido un activo que generará dividendos. Una gran oportunidad de planificar el futuro.